Estaba en el vestuario del gimnasio y cerca, me llamó la atención el jolgorio armado por un grupo de chavales de no más de once años. Discutían y comentaban con pasión los últimos acontecimientos de la Liga de fútbol, que si el golazo de Messi por aquí y lo inmensamente inmenso que les resulta Ronaldo por allá… Todos se querían hacer oír menos uno, la vehemencia de la joven manada futbolera, contrastaba con la soledad de un chaval que no participaba de la animada conversación mayoritaria. Intuí que era diferente porque no le gustaba el deporte rey y se veía que lo sufría aislado con su silencio. Con el tiempo seguramente aprenderá que la diferencia es maravillosa, pero a esa edad, con triste frecuencia, lo no común, provoca la extrañeza de la generalidad y a veces se traduce en distancia e incomprensión hacia el distinto. En mi época se llamaba acoso escolar, era algo muy habitual y se aceptaba con terrible naturalidad, sobre todo en el mundo adulto. Hoy se le llama Buylling, abre informativos y desde esta semana cuenta con un programa presentado por un Jesús Vazquez que además de conducir hace las veces de amigo. Él no se cansa de repetir que fue víctima de una lacra que ahora es visible. Proyecto Bulllying ha superado las exigencias de la fiscalía que en su día paralizó la emisión y por fin mostró la dura realidad de una niña a la que ir a clase, le suponía un verdadero infierno gracias a las terribles vejaciones de sus compañeros. Escenas muy pixeladas y duras que se convierten, después de verlas, en educación para quienes rodean a la víctima.
Bienvenida sea la pedagogía televisiva para ayudar a que padres, madres y profesores, detecten y se enfrenten al problema. Tal como hace Merlí el profesor de ficción en TV3, serie que viene al caso y que recomiendo a quien no la conozca. Ojalá muchos docentes Merlís, en la realidad, que potencien la diversidad y se escandalicen al escuchar el término “normal” para ensalzar esa bendita diferencia que a todos nos hace únicos y especiales.
