Esta semana ha vuelto a aparecer una figura que últimamente me resulta demasiado frecuente en la versión informativa de mi pantalla. Ella se llama Rosalía Iglesias y sentada ante la justicia se presentaba a si misma, sin pudor, como una mujer completamente confiada e ignorante de las presuntas fechorías de su marido, Barcenas. Una estrategia legal basada en mostrarse como una pobre de conocimiento y adinerada ama de casa, indefensa, con unos ojos que ven y disfrutan el lujo que les envuelve, pero con una carencia absoluta de inquietud por saber de donde procede tanto disfrute. Son una pareja atípica, resulta que por la noche ella no le preguntaba al tesorero cómo te ha ido el día, que de trabajo no se hablaba, ni cenando ni nunca. Eso sí, según ella además de fe mutua, tenían una vida personal tan plena que no había tiempo para hablar de economía familiar con la que pagar un Land Rover de 91.396€ o propiedades lujosas, vaya que parece que para Rosalía no existía economía más allá del tique del súper de El Corte Inglés…
Una declaración que es un insulto para la inteligencia de cualquier mujer, muchas, amas de su casa, contables del presupuesto con encaje de bolillos, para que el hogar llegue final de mes, lo cual no es incompatible con una vida feliz en pareja…
Este papel legal, ya lo he visto y oído antes porque la infanta Cristina también confesó en su momento, desconocimiento real de todo lo relacionado con las cuentas de su familia y lo de firmar consiste en escribir, para que leer…
La madre de Nadia, Marga Garau, está en libertad con cargos por presunta estafa y en los medios he escuchado hablar de ella como una mujer a la sombra de su marido, manipulada, desconocedora de los pasos médicos de su hija enferma y de los gastos de un dinero donado por buena gente.
Presunta ignorancia que hace un flaco favor a las mujeres, aunque ante las cuerdas de la justicia, poco importen las demás, si la cuestión es limpiarse las manos y la salvación a base de yo no sabía…