La red está llena. Ahí están, aburridos en sus casas pensando que hacer para dar sentido a unas vidas carentes de emoción, buscando una gresca 2.0 con la que expresar dosis de falsa moral y creyéndose útiles para una sociedad que en absoluto los necesita.
Se les llama haters, su improductiva afición consiste en mostrar todo el odio que pueda caber en 144 caracteres. Nadie les ha pedido su opinión, e intuyo que por esa falta de atención social, necesitan captar el interés de cualquier ser humano, escondidos detrás de una careta con forma de perfil.
Su diana es imprevisible. De repente, su necesidad de ajusticiar injustamente se dirige a cualquier persona o personaje que, demasiadas veces, es atacado por actos o palabras sacados de contexto.
Esa semana le ha tocado a la actriz Itziar Ituño, una de las protagonistas de La Casa de Papel. La serie recién estrenada de Atresmedia, un producto que dignifica la ficción española, un thriller de calidad, que atrapa y que muestra la buena dirección de los profesionales de aquí.
Resulta que Itziar mostró en su momento simpatía a Bildu y apoyó públicamente el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco. Ella es una más, entre el resto de los 20 interpretes de la serie, cuya ideología ni conozco, ni me interesa. Pero a los haters sí y por eso reclutan a una manada de borregos digitales par pedir bajo el hastag #BoicotLaCasadePapel dar la espalda a la serie impecable. Un “no la veas” que es un boicot en imperativo, porque sí, porque no les gusta lo que piensa un miembro del equipo y porque la ignorancia les hace llegar a la conclusión de que en Antena 3 apoyan a los proetarras. Y es que los borregos aburridos hacen borregadas, como mezclar churras con merinas y usar su libre expresión para censurar la libertad de ideología.
Al final el mucho ruido para un poco share, afortunadamente, no ha funcionado. La audiencia, que es soberana, ha bendecido el estreno de la ficción, incluidos todos sus profesionales, con un 25’1% de audiencia y 4.090.000 libres espectadores.
