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Revista Urban

SÍ AL REGUETÓN

¿Era necesaria una versión de Despacito con Justin Bieber? absolutamente no, pensé cuando la escuché. Pero supe que me equivoqué cuando comprobé que el mantra festivo se había convertido en la canción más escuchada del planeta. Y esto no es como la Macarena, un one hit wonder de convite de boda, con el que alimentar el movimiento arrítmico de una multitud de brazos colgantes sucumbidos a los efectos eufóricos de la alta graduación… Esta vez no, esto parece que va en serio, el reguetón es una machacona realidad que va a más.

No voy a ser yo el que critique el estilo que tanto disfrute provoca entre la masa. Puedo reprobar, y lo haría mil veces, esas denigrantes letras sexistas que anormalmente incitan a la normalización del sometimiento y desigualdad. Aunque lo haría con el electro latino o con cualquier otra forma expresión que ensuciara una mente todavía no formada.

Mi primo que es el típico profesor enrollado de Educación Física de chavales púber, me cuenta que no escuchan otra cosa.

Detestarlo sería sentirme fuera de onda y no estoy dispuesto. Cuando tenía 16, bailaba Fatboy Slim como un poseso en Penélope. Entonces me llegaba más de una voz adulta diciendo que eso ni era música ni era nada. Hoy el dance es como el pop o el rock, un género tan básico como tener una camisa blanca en el armario.

Menospreciarlo sería negar la evolución, así que si no puedes con tu enemigo únete a él.

Enrique Iglesias me ha ayudado, porque a él se lo permito todo, por ser hijo de quien es. Así que si se empeña en invadir mis veranos con un tema fácil tras otro, calcados todos, bien hecho está si es en el nombre de Isabel.

A unos amigos hipsters les ha pasado lo mismo, me revelan que Daddy Yankee suena sin parar en su Spotify, ellos que se mueven por Russafa y que siempre han sido más de Love of Lesbian. Pero confesándonos nuestro consumo musical masivo en la intimidad, llegamos a la conclusión… ¿Por qué no? ¿Qué hay de malo en contonear las caderas en privado mientras pronuncias sin pudor la S como la C? No pasa nada, incluso puede ser contracultura, freak. Y sobre todo, aporta felicidad, momentánea y uno nunca se puede negar a la felicidad. Sí a la euforia global, súbeme la radio que no lo he podido evitar, sí al reguetón…

By FerranCano, 07/05/2017
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