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Revista Urban

LA ETERNA INMENSIDAD

La primera vez que me encontré con Raphael tenía veintiséis, yo. Él acaba de revivir después de abrazar un nuevo hígado con éxito. Sucedió en el vestíbulo de la primera planta del hotel Astoria, en un cara a cara con cámara por delante. Su último hit, el del renacimiento, se llamaba Ahora, un canto al presente después de un intenso pasado; así que mi pregunta de joven periodista estaba escrita, cantada: ¿Por qué le das gracias tú a la vida? Me miró serio, fijamente a los ojos y me contestó – Mírame, ¿Tú qué crees?
Lo que vino después fue generosidad con este principiante micrófono en mano, para contarme sin pudor pero con elegancia, las recientes pruebas con las que le había retado la vida. La pérdida de las dos Rocíos, Jurado y Dúrcal, íntimas, la segunda oportunidad que él respiraba y que ellas no tuvieron, y cómo no, su nuevo disco cuando todavía se vendían discos “Cerca de tí”. Palabras francas para promocionar las nuevas palabras cantadas. Por entonces después de otras conversaciones grabadas, ya empezaba a aprender que, normalmente, los más grandes son también los más humildes y profesionales.

En el Palau de les Arts, doce años después, me lo he vuelto a encontrar para entender, desde la distancia, su grandiosidad. La distancia de la madurez y la de las once filas que tenía por delante y me separaban del escenario.
Todas, las hileras, las de delante y las de atrás, se levantaban en cada canción que terminaba y fueron muchas en las dos horas que duró la cita de éxtasis colectivo. Mi generación, más indie, con la que tan bien ha sabido conectar, se fundía con la de antaño, que era la mayoritaria. Pleno de público en su gira Infinitos Bailes que también se podría llamar infinitos agudos, bises o aplausos. Su perennidad nos levantaba con energía y desmesurada teatralidad. Y aquí la edad sí que importa, porque si existiera una competición, Raphael habría tumbado en directo a todos sus contemporáneos, Julio, Camilo y otros tantos. Así lo hizo, himno tras himno, loco por cantar aquello de que sigue igual pero más fiero, pero más tierno, con más verdad…Y aunque no lo necesite, demostrar su eterna inmensidad sobre el escenario. Bravo.

By FerranCano, 29/10/2017
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