Back to home
Revista Urban

PESADILLAS

Desde bien pequeño he cultivado mi afición al género cinematográfico del terror a base de tantas películas, que acabaría mucho antes si nombrase aquellas que no he visto. Con diez años ya apuntaba maneras, tenía una extraña diversión que consistía en cogerle las pinzas del pelo a mi madre para fabricar mi propio guante de Freddy Krueger. Algo en ese ser que tanto invita a la cafeína, me despertaba gran devoción. Devoraba la franquicia del personaje del maestro Wes Craven y en mi cuarto, las páginas centrales de la Superpop , competían por el espacio del empapelado de las paredes, con los pósters de cara pizza. Puede parecer extraño por la extrema fealdad del hombre del sombrero, pero no más que el Bob Esponja del presente.

Después vinieron incontables visitas al videoclub del barrio para hacer crecer mi amor por el sobresalto a base de clásicos, series B, psicópatas, espíritus, excesiva sangre y mil maneras de morir. Un pavor hecho entretenimiento en el que no encontraba problema para conciliar el sueño.
Pero esto cambió hace pocas noches después de ver el documental Amanda Knox que acaba de colgar Netflix, en el se detalla el caso del asesinato sangriento de una erasmus en la localidad italiana de Perugia. 92 minutos de un caso que la prensa contó por fascículos, en la peor cara de la información convertida en espectáculo. La historia gira en torno a la inquietante figura de Amanda, la amiga de la víctima, de la cual el espectador, después de escuchar a las partes implicadas se pregunta si la chica era una psicópata con cara de ángel o víctima de un crimen que no cometió…

El miedo es esa sensación de angustia provocada por la presencia de peligro, cuando la encuentro en la imaginación de un guionista me divierte como pocas cosas, pero cuando esas amenazas transcurren en el terreno de la realidad, me espanto. Incontables cuchilladas de Jason con jarabe de maíz, no consiguen el mal sueño que pasé después de escuchar narrar las 40 heridas que acabaron con la vida de la pobre estudiante Meredith Kercher. El formato de angustias verídicas, en la linea de Making a Murderer, ya es tendencia televisiva y en el futuro encontraremos muchas historias sanguinarias en la pantalla. Como esta, una cinta turbadora que me devolvió a las pesadillas, haciéndome ver esa verdad que asegura aquello de la realidad, siempre por encima de la ficción…

By FerranCano, 07/10/2016
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Instagram API currently not available.