Como en cualquier separación que se precie, siempre es justo y necesario conocer la versión de las dos partes, para llegar a la misma conclusión de siempre, cuando encontramos dos extremos opuestos, las razones hacen que lo bueno y lo malo no lo sean tanto. Hace una semana os contaba mi encuentro con Fumiko Negishi, la mujer que se ha convertido en la pesadilla legal y mediática de Antonio de Felipe, al cual reclama la autoría de un número de obras indeterminado.
Cual teléfono de aludidos en un plató, atiendo con curiosidad la llamada del entorno del pintor pop, para comunicarme el dolor que la japonesa está causando en el artista, sentimental, porque me confiesan que tomaban café juntos cada mañana, se regalaban cosas bonitas por navidad y él no tenia problema en que su “ayudante de taller” trajera su hija al trabajo cuando no tenía con quien dejarla.
Tocado en el terreno profesional y con tanto revuelo, existe una fiesta judicial, con una demanda por injurias y calumnias hacia la extrabajadora, que a su vez, asegura haber denunciado a de Felipe con un demanda de propiedad intelectual, la cual me confirman, nunca ha llegado a manos del pintor ni de sus abogados. Un magistrado determinará si es falso, o no, aquello de que hay cola para pedir devoluciones de lienzos firmados por de Felipe, desde el ámbito del artista me cuentan que los clientes le muestran apoyo en tiempos difíciles.
De las famosas obras del IVAM en tiempos de Camps, parece que poca autoría se puede reclamar, puesto que fueron adquiridas en el 2003 y Fumiko no inicia su relación laboral con Antonio hasta 2006, como autónoma y de forma intermitente, hasta 2014 cuando es contratada a media jornada. En 2016 una vez anunciada la separación laboral, me afirman que Fumiko huyó a la francesa y Antonio nunca más supo de ella, a pesar de unos mensajes que nunca fueron contestados, hasta que llegó una demanda laboral que ahora ya está vista para sentencia. Después, la denuncia pública de la exempleada en las páginas virtuales de El Español, medio, por cierto, propiedad de Pedro J. Ramírez, el mismo que encargó, cuando compartían hogar, un cuadro de 1’60 x 1’30 con el rostro de su ex, Agatha Ruiz de la Prada, además del famoso retrato de la familia real hecha pop.
En el presente, la pareja sentimental del carismático periodista es Cruz Sánchez de Lara Sorzano, la misma que representa legalmente a Fumiko en este Big Eyes a la española cuyo desenlace dictará la justicia.
Entre tanta dicotomía, en una cosa si que están de acuerdo ambas partes, tanto a Fumiko como a Antonio les gustaría retarse en una batalla de pincel ante el juez , a lo Margaret contra Walter Keane, espectacular, y a mi me que me encantaría verlo…