Cuando ella bajaba las escaleras me sentía emocionado porque llegaba uno de los momentos más entretenidos de la semana. La excitación ante la aparición estelar de Mayra Gómez Kemp sólo era comparable a la merienda entre amigos después de ver un capítulo de Willy Fogg un sábado por la tarde. Nadie como ella sabía dar la mano y descender un peldaño luminoso, al mismo tiempo y con tanta profesionalidad. Esa imagen que tanto ansiaba era una celebración del inicio del fin de semana, se repetía cada noche del viernes, desde los hoy tristemente demolidos Estudios Buñuel, de una TVE muy diferente a la de ahora. A día de hoy no se ha vuelto ha repetir un acontecimiento semanal de tal magnitud, aunque 30 años después de ese recuerdo imborrable de la pantalla de mi infancia, ha vuelto la tendencia del entretenimiento para todos y a la misma hora. No llegan a los 14 millones de espectadores de entonces pero juntos, suman más de seis, que ya son mucho en la fragmentación catódica y de plataformas en la que vivimos. Las Voz Kids y Tu cara no me suena, conviven con éxito pero muy lejos de la obra maestra de Chicho Ibáñez Serrador, y es que hay programas que sólo pasan una vez en la vida y Un, dos, tres… sin duda, era uno de ellos.
La cuestión antes y ahora, es entretener, sin más, tan simple como complejo, con esa imprevisible receta cocinada para familias que son masas. En este caso, la rentable amalgama consiste en combinar famosos,cantantes, adultos y niños (estos últimos siempre funcionan mejor), jurados, frases hechas que se graban en la mente del espectador para después ser repetidas socialmente hasta la saciedad, emoción, siempre con alguna lágrima y humor, sencillo, aderezados con abrazos y besos entre los protagonistas, todo muy poco picante.
Vistos los resultados, efectivo y muy demandado. Por eso estoy seguro que hoy hay muchos peques como yo cuando tenía siete años, que recibirán con semejante emoción el saludo de Fuentes o el rugido monstruo de Rosario. Porque hoy, con permiso de Chicho y Mayra, los viernes vuelven a ser blancos.
