A la mujer la admiro así, en general, por su condición de superpersona desde que nace y que le acompaña hasta el final de su camino. Se lo decía con total sinceridad justo esta semana, a una buena amiga que me contaba como estaba viviendo y combatiendo los inevitables sofocos que trae consigo la madurez. Y así, empezamos a recapitular las molestias naturales que se había encontrado en el camino, antes de la retirada ya se enfrentó a la llamada mensual con sus correspondientes incomodidades, a mitad del recorrido, ese dolor con placer que produce crear una vida que tienes que adaptar a la tuya en un proceso que no está explicado en ningún capítulo de “Qué se puede esperar cuando se está esperando”. Esto así muy resumido, respecto al terreno del proceso fisiológico y hormonal. Porque después está esa parte que avanza demasiado lentamente en un camino demasiado largo para muchas otras, aquella terrible paradoja global que supone ser mayoría numérica y minoría a la vez. Y esta si que es mala, porque la condena a luchar continuamente contra la sociedad, tiene nada que ver con lo natural y mucho con las capas de suciedad educativas y culturales que tanto cuestan de limpiar. ¿Empezamos? Violencia, mucha, el maltrato psicológico y el físico que en la peor de sus versiones se salda con 16 mujeres asesinadas por violencia de género en lo que llevamos de año. ¿Seguimos? Una brecha salarial incomprensiblemente generalizada, el acoso, los comentarios hirientes entre hombres, y también mujeres que tiran piedras contra su tejado, el machismo y todas las mierdas derivadas de un modelo patriarcal en el que la diferencia se marca demasiado por el rosa y el azul, punto de partida de todo lo que no tendría que venir después.
Todo esto, ya es sabido, pero necesitaba repetirlo, por mi amiga madura y por las mujeres que me rodean porque, ellas, obvio, son más fuertes. Por todas bien vale la pena esta y tantas reiteraciones en esta semana que conmemora un día, el de la celebración que es denuncia, anual, para muchos diaria y no dejemos de insistir porque mientras lo hagamos significa que habrá mal, ojalá el día en el que no celebrar ni repetir…
