Leía en el twitter a la periodista Marta Fernández que quería dejar constancia de lo majo que había sido un taxista con ella, pero resulta que la aplicación con la que había cogido el taxi sólo permitía quejas y no comentarios positivos, lo cual dice mucho de nuestra especie. Me vino a la cabeza el 2007, cuando coincidí con la que hoy presenta Noticias Cuatro, por entonces las personas todavía hablábamos sin pantallas táctiles de por medio. Cubríamos para nuestros respectivos medios, las detenciones folklóricas del caso Malaya, y en las puertas de la comisaría fuimos testigos del odio del pueblo de Marbella hacía quien les había robado. Los vecinos del pueblo donde vive Gunilla, gritaban y zarandeaban coches, en un ataque de ira que sólo era el comienzo del malestar ante todo lo que estaba por venir en este país.
Ha llovido mucho e Isabel Pantoja, la persona increpada, ha sido juzgada, condenada y ya fuera de la prisión, esta semana posaba feliz en las paginas del boletín oficial de los famosos, el Hola!, junto a su hijo, y muy emocionada, como lo estaría cualquiera que recibiese semejante cantidad de euros por un reportaje por el cual el resto de los mortales paga.
En la actualidad, las críticas ya no se reciben con golpes en los cristales tintados de un coche de alta gama. Hoy no se lleva decir las cosas a la cara y el mal cuerpo de muchos, se escupe en una plaza 2.0 donde poner en picota todo aquello que disgusta. Se hacen llamas haters y son la facción maleducada de twitter, un lugar rico para la información y expresión que se convierte en terreno de destrucción para esta especie odiadora. Cualquier psicólogo diría de ellos que no encuentran la felicidad en sus vidas y tal vez por eso disparan palabras tóxicas. Gerard Piqué es uno de sus blancos preferidos y después de unas cuantas toneladas de tuits humillantes, el insultado, ha decidido abandonar la selección española. En su lugar yo también lo haría porque las discusiones por temas de banderas y colores, es una de las cosas que más somnolencia me provoca en esta vida.
El extremo de esta calaña ha tocado fondo estos días, cuando algunos odiadores, cobardes y enmascarados, han demostrado lo más bajo a lo que puede llegar el ser humano, deseándole la muerte a un pequeño enfermo con un sueño, que puede gustar más o menos pero que es el suyo.
Me pregunto cómo de aburridas son las vidas de esta gente, para que les lleve a canalizar tanta amargura en 144 caracteres, si aún con ello se despojan de cualquier ápice de ética y moral, atacando a un ser puro, inocente y enfermo. Odiadores si queréis hacer algo bueno por la sociedad y por vosotros, abandonad el lado oscuro y pasaros al de la critica que construye opiniones en positivo, sin maldad…